El brasileño pone fin a más de 30 años de carrera en Turín

Durante más de tres décadas, el juez de silla Carlos Bernardes ha disfrutado del mejor asiento de la casa. El brasileño, uno de los árbitros más respetados de este deporte, ha sido testigo de algunos de los enfrentamientos más memorables en los escenarios más grandes del tenis.

Desde Sampras y Agassi hasta las inolvidables rivalidades entre Federer y Nadal, Bernardes ha estado ahí, en la pista, manteniendo el orden. Su historia llegó a un final apropiado en el ATP Tour esta semana en las Nitto ATP Finals, donde ofició su último partido ATP Tour en el duelo por el título.

Bernardes recordó su carrera a ATPTour.com en Turín.

"Mi primer contacto con el tenis fue de niño en Brasil. Solíamos saltar la valla para jugar en el club local hasta que finalmente nos inscribimos allí. Desde entonces, he formado parte del juego, y me siento muy afortunado de haber vivido estas experiencias", dijo Bernardes.

En 1984, Bernardes empezó a entrenar y pronto se abrió camino como juez de línea en una eliminatoria regional de la Billie Jean King Cup en Sao Paulo. Compaginando la labor de entrenador con la de árbitro por toda Sudamérica, su gran éxito llegó en 1992, cuando se incorporó al ATP Tour como juez de silla.

"Empecé con torneos en Sudamérica y luego me asignaron a Estados Unidos. Recuerdo un torneo en San José en 1996", dice con una sonrisa. "En aquel torneo participaban Sampras, Agassi y Chang. Sampras era el No. 1. Fue increíble: pasar de jugar al tenis en las calles brasileñas a arbitrar a Sampras y Agassi".

De los 29 jugadores que alcanzaron el No. 1 en el PIF ATP Rankings, Bernardes tuvo el privilegio de arbitrar a 24 de ellos. De Mats Wilander a Jannik Sinner, ha sido testigo de momentos históricos y ha entablado relaciones duraderas con las mayores estrellas del deporte.

"He arbitrado partidos con Sampras, Agassi, Chang, Edberg, Wilander y Becker. Fue estupendo ver a Boris Becker aquí en Turín esta semana. Se acercó a hablar conmigo, lo que fue muy agradable. Becker tenía mucho carisma en la pista. Y los partidos Sampras-Agassi fueron inolvidables".

Bernardes recuerda la era 'especial' de Rafael Nadal, Roger Federer y Novak Djokovic, y la emoción de arbitrar a Andy Murray, Juan Martín del Potro y Stan Wawrinka.

"Creo que algunos de mis partidos más largos fueron con Murray: cuatro horas en la pista y él seguía adelante. Le veía después y le preguntaba: '¿Cómo lo has hecho?', y me decía: 'Ahora no puedo andar', pero al día siguiente volvía a la pista ganando. Ese respeto de los jugadores significa mucho".

Uno de los mejores recuerdos de Bernardes es haber arbitrado el primer partido de Rafael Nadal en el ATP Tour en Mallorca en 2002, seguido del primer enfrentamiento de Nadal con Federer en Miami (2004). También arbitró la final de Wimbledon de 2011, en la que Novak Djokovic derrotó a Nadal para hacerse con el título y ascender al No 1.

"Wimbledon es mágico", dijo Bernardes. "Empecé a jugar al tenis gracias a Wimbledon. Llegar a arbitrar en la Pista Central... es incomparable. Aquella final de 2011 fue realmente especial".

Bernardes ha visto de primera mano cómo ha crecido, evolucionado y cambiado este deporte, lo que le convierte en una fuente de conocimientos en lo que respecta a la historia del juego. A sus 60 años se convirtió en una pieza clave del roadshow itinerante que es el ATP Tour, recorriendo incontables kilómetros y pasando años de su vida en hoteles.

"Me encanta Melbourne: ¡puedo volver andando al hotel a las dos de la madrugada! Tokio siempre ha estado por delante", dice Bernardes al hablar de sus ciudades favoritas. "Montecarlo es preciosa, sobre todo cuando no llueve. Y Nueva York, donde arbitré en mi primer Grand Slam, es siempre inolvidable".

"Barcelona también. Es un evento de tenis como Dios manda. Si quieres ver un evento de tenis, ése es al que hay que ir. Puede que haya dos jugadores de menor ranking, pero estará lleno en las gradas".

Hoy, Bernardes deja un deporte transformado por la tecnología. Las llamadas de línea electrónica ya están muy extendidas y será obligatoria en el Tour en 2025, con pruebas limitadas de revisión por vídeo en marcha. Aunque Bernardes aceptó la presión de tener que hacer llamadas de línea, entiende el cambio.

"Ahora es diferente con las decisiones electrónicas: no se habla tanto con los jugadores. No hay necesidad de anular o explicar las decisiones. Ahora sólo escucho la música en el estadio. Se está volviendo más mecánico, y tenemos que ser precavidos. Me gustaba la presión de tomar la decisión correcta. Ahora, aunque crea que una pelota está fuera, me siento y dejo que la tecnología decida".

Sentado en la sala de arbitraje del Inalpi Arena de Turín, Bernardes reflexiona sobre sus recuerdos. Sus ojos se iluminan cuando habla de la gente que ha conocido.

"Tengo muchas historias, y soy afortunado. He estado en más de 8.000 partidos; sólo el 1% de esa cifra deja muchos recuerdos", afirma Bernardes. "Pero lo más destacado es la gente que he conocido. Llevamos media vida fuera de casa, así que uno se abraza a la gente y a los lugares. Este año, los aficionados y la gente se me han acercado, ha sido maravilloso. Es un gran ambiente del que formar parte".

Bernardes pondrá fin a su carrera la semana que viene en la final de la Copa Davis en Málaga.